La tendencia natural de casi toda la gente es pensar en todos los motivos por los que nuestros deseos no llegan a cumplirse.
Colócate en el punto en que no veas obstáculos ni demoras que amenacen tus acciones y movimientos. Ponte en ese estado de ánimo donde creas que en verdad todo es posible, que el mundo está de acuerdo contigo y que tienes un gran camino por delante. Créelo en verdad.
Aprende a esperar que suceda lo bueno. Todas las mañanas, al despertar, pregúntate deliberadamente: “¿Qué cosas buenas me sucederán hoy, qué buenos contactos haré, qué buenos tratos cerraré?” Cultiva la expectativa de lo bueno y no de los inconvenientes. El Universo no tiene límites ni obstáculos, pensar lo contrario es engañarte a tí mismo. No des apoyo al hecho de que los negocios o las relaciones implican desengaños o dilaciones. Deshecha esas falsas creencias y piensa en las razones por las que tus deseos sí pueden y deben cumplirse. Actúa como si verdaderamente deseas creer, aunque dudes, adopta y cultiva una actitud de credulidad. Siente que todo lo puedes.
La vida no nos trae nada sin nuestro consentimiento y siempre responde a nuestras más íntimas convicciones cuando nosotros definidamente asumimos el mando. Las realidades nacen de nuestras creencias. La realidad es creencia materializada. Cuando se curan las falsas creencias, todo el hombre se cura.
¿Por qué no atreverse a esperar lo mejor y dejar al proceso creativo que limpie silenciosamente tu vida? Espera lo mejor y lo tendrás. La elección es tuya.
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