El dinero puede usarse para alcanzar metas maravillosas, pero a menudo la codicia humana es la encargada de orientarlo hacia otros fines.
El dinero simplemente representa un flujo de energía. El problema surge cuando se ama o se atesora el dinero por sí mismo, pues al acumularlo, se interrumpe el flujo de energía.
Un niño acompañó a sus padres a un paseo por la montaña. Ahí, bebió agua fresca de un manantial montañoso cristalino. Como le gustó tanto su frecura, llenó una botella con el agua de río y la llevó consigo a casa. Ahí, solía beber un sorbo cada día, en su afán por prolongarla el mayor tiempo posible.
Para su desilusión descubrió, semanas más tarde, que el agua se había estancado y se tornaba de un color más oscuro.
De igual forma, el dinero se estanca cuando se “embotella”; es decir, cuando se atesora per sé. Valora tu dinero, pero no lo atesores. No te apegues. Para atraer un flujo constante de dinero, es necesario aprender a considerar el dinero no como un mero objeto, sino como la expresión de energía, y en última instancia, como la expresión de nuestra energía.
Haz que tu dinero fluya. Haz que tu dinero valga. Haz que tu dinero sirva a ti y a otros. Y lo atraerás más a tu vida.
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